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La historia de Mimí Sosa, la atleta olímpica que se crió en una comunidad wichí
Formosa - Interés General
11/08/2016 09:54:00
La atleta olímpica se mudó a una comunidad del interior formoseño cuando tenía 8 años, para quedarse junto con su mamá, maestra rural. Con ellos compartió su infancia

Detrás de cada atleta olímpico hay una historia. Una historia de sacrificio y esfuerzo, perseverancia y dedicación. Pero la historia de Emilce “Mimí” Sosa, integrante del seleccionado argentino de voley femenino, tiene además otra característica: el haber llegado a ser una deportista de élite pero mantener una fuerte conexión y agradecimiento con lo que fueron sus orígenes.

Es que esta joven formoseña de 28 años se crió en una comunidad aborigen. Sus papás son maestros rurales. Y si bien los primeros años de su vida los pasó en Las Lomitas, cuando tenía 8 años en una visita a su mamá que trabajaba en Lote 1 (una comunidad wichí ubicada a 300 kilómetros) la familia finalmente decidió que todos se instalaran allí.

“Cuando tenía 8 años me mudé a Lote 1. Como las únicas escuelas que teníamos cerca eran la de Lote 1 y Tres Palmas (comunidad donde es director y maestro de grado mi papá) mi mamá me inscribió en su escuela”, cuenta Mimí en su blog. “Ahí empecé a aprender de una manera diferente, rara porque la que estaba en frente de la clase era mi mamá, pero divertida porque era algo nuevo. Así pasaron tres años hermosos de mi vida”, añade. Sus hermanos también se mudaron a Lote 1, donde todos compartieron la misma escuela y a su madre como maestra.

En sus publicaciones, Mimí destaca la humildad y el respeto como dos valores que aprendió de la comunidad wichí. "Aprendí valores de su comunidad y de su cultura. Además tengo ascendencia indígena, ya que mis abuelos eran de la comunidad quechua", contó la deportista al sitio rio2016.com. Hace unos años quiso devolverles algo de todo lo que había recibido durante su infancia. Así fue que luego de terminar un curso de maestra pastelera, fue hasta Lote 1 y preparó junto a los niños de la comunidad unos bastones de caramelo. Para ello, trasladaron hasta la comunidad una cocina a gas, algo que los niños wichí nunca antes habían visto. “La felicidad que sentí ese día fue inmensa, sentir que les devolvía un poquito de todo lo que sus padres y hermanos me enseñaron en mi infancia”, relató.

Y la huella que dejaron en ella fue tan fuerte, que hasta la dejó plasmada en un tatuaje que lleva en uno de sus brazos. Allí reza en wichí: “Mis raíces, mi historia”.

Desde chiquita tuvo condiciones para los deportes. Pero como ella misma cuenta, llegar hasta donde está hoy no fue sencillo. “En Formosa cuando era chica no teníamos luz, por lo tanto tampoco televisión, y no veíamos ningún deporte. En la escuela sólo corríamos y a través de mi papá comenzamos a conocer los distintos deportes en la comunidad. Cuando salí a la ciudad conocí de lleno al voley y me parece increíble estar ahora a días de cumplir el sueño más importante de mi carrera”. Pero en sus inicios, optó por el fútbol femenino, la que describe como su “pasión”. Pero a los 16 años decidió probar con el vóley, tras la insistencia de su mamá para que cambiara de deporte. Para ese entonces ya vivía en Córdoba, donde pasó cuatro años jugando en distintos clubes y poco a poco fue creciendo como jugadora. Luego recaló en Boca Juniors, y allí comenzó a tomar forma el sueño de llegar a la Selección Argentina, que hoy es una realidad. También jugó en Rumania y actualmente .

Mimí integra una selección que viene haciendo historia, ya que consiguió clasificarse para los Juegos Olímpicos después de 52 años. Si bien Las Panteras en sus tres primeras presentaciones en Río, este grupo ya hizo historia.

Clarin.com.ar

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