Con el título "Una herida que clama al Cielo", en un comunicado, la Iglesia consideró que "nadie puede ser indiferente" frente al dolor de millones de refugiados y migrantes forzados que piden protección internacional.
"No queremos que nuestra palabra sea la indiferencia y el silencio. Mucho más cuando se constata que son muchos millones los refugiados y los demás migrantes forzados que piden la protección internacional, sin contar a las víctimas de la trata y de las nuevas formas de esclavitud en manos de organizaciones criminales. Nadie puede ser indiferente ante este dolor", sostuvo.
La Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes expresó "su cercanía y fraternidad hacia todos aquellos que se ven obligados a vivir la dramática experiencia de vida en la que deben abandonar compulsivamente su Patria, sus hogares, para poder reencontrar paz y seguridad en otros países". (NA)